No acostumbro a recibir a representantes de compañías farmacéuticas en mi consulta, pero hace unos días entró uno de ellos y me presento un producto para la sarcopenia.
Como no conocía este término hice una búsqueda rápida en Internet y lo primero que encontré fue la Wikipedia que entre otras cosas dice:
En 2009 se acepta este término en la literatura médica.
El término proviene del griego “sarx” carne y “penia” pérdida.
“Es una perdida degenerativa de masa muscular que ocurre de forma espontánea a partir del los 25 años en cantidad aproximada de (0.5-1) % por año”. “No es una enfermedad ni un síndrome, y es difícil precisar cuando se trata de un signo porque no es fácil diferenciar la sarcopenia fisiológica de la patológica”.
Sin embargo la publicidad que me presentaron decía:
“la sarcopenia en un síndrome que se caracteriza por una perdida gradual y generalizada de la masa muscular esquelética y la fuerza con riesgo de presentar resultados adversos como discapacidad física , calidad de vida deficiente y mortalidad”.
Habréis oído hablar de los “inventores de enfermedades”. Creo que este es un ejemplo claro de cómo ocurre este proceso. Siempre que se inventa una enfermedad es porque se dispone de un recurso como tratamiento.
En este caso, se trata del sarcodyn de laboratorios actafarma, el producto lo presentan como un complemento alimenticio que esta compuesto por: un metabolito de la leucina, vitamina D, magnesio, aroma de frutos del bosque y edulcorantes.
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